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La singular historia del Patín a Vela

Una simple embarcación de vela ligera por muy ingeniosa, bella o útil que fuese no hubiera merecido tanta atención entre los múltiples aficionados al mar, nacionales o extranjeros, sino fuese por su muy especial singularidad.  El Patín a Vela es la embarcación deportiva por excelencia.  Podemos caracterizarla diciendo simplemente que es un hombre y una vela.  No hay en esta afirmación exageración alguna.  Además del hombre y de la vela, no se utiliza otro utensilio o complicación.  Los flotadores son un simple soporte o sustentáculo, para evitar que el hombre que se ha convertido en el patrón y el timón a la vez se hunda en el agua.  Cuando está solo con su patín a merced de los elementos naturales, el navegante únicamente puede contar con la propia constitución física y anímica, acompañado de su ingenio y técnica marinera.

Las velas del patín interpretan como ninguna otra la bella estrofa del poeta Joan Maragall que dice:  “….se abren las velas como alas al sol, se alejan mar adentro por rumbos que sólo ellas ven….”. (10)

Los albores de tan maravillosa embarcación no podrían ser más simples y arcaicos.  Como en cualquier barco o elemento flotante, su principio de movimiento fue el humilde remo o pala, activado por el individuo en singular o plural.  En nuestro caso, la ingeniosa embarcación consistía en dos flotadores unidos por cuatro bancadas, y su patrón, de pie, impulsaba el artilugio con una pala.  Más tarde se habilitó sobre una de las bancadas un precario asiento y dos remos, lo cual le proporcionó mayor velocidad.  Estos patines, también llamados patinadors, fueron construidos sin ningún conocimiento técnico marinero por parte de carpinteros de la costa catalana y siempre bajo encargo de los futuros patrones, los cuales daban los consejos oportunos según sus modestos conocimientos del arte de la navegación.  A pesar de los inconvenientes propios de la época, se “disfrutaron” serias regatas de patines o patinadors impulsados a pala en el puerto de Barcelona, en fechas de festejos a finales del siglo XIX, de lo cual queda constancia escrita en periódicos y revistas de la época, que incluso despertaron la curiosidad de nuestro país vecino Francia, cuya afición al mar es muy  superior a la nuestra.

Hace constar el magnífico cronista náutico, Sr. Martínez Hidalgo, siendo director del Museo Marítimo de Barcelona, que el dia 1 de octubre del año 1871 se celebró una regata de patines a remo (doble pala) en el puerto de Barcelona, frente a las dársenas de la Barceloneta.

10  Traducción libre del autor

Participaron cinco embarcaciones, construida por Carlos Geli, y el vencedor B. Cassola recibió un premio de 75 pesetas, cantidad importante en su época.  También podemos constatar que, en la definición de “esquife” en el año 1908, la Enciclopedia Espasa muestra una ilustración del patín a remos.

Así pues, conocemos los orígenes del patín que más tarde será “a vela” por su vocación deportiva, aunque navegaran movidos por una doble pala.  Lo importante en aquella época era que el público amante del mar, del sol y de la playa pudiera permitirse el placer de navegar a lo largo de la costa catalana.  Básicamente los lugares donde más se practicaba eran las playas del litoral barcelonés, como Badalona, Poble Nou, El Masnou y el Prat de Llobregat.  También se extendieron en menor cantidad en toda la Costa Brava, El Maresme y el resto del levante español.

Figura 6.1.  Patín a remo.

El patín y la vela

La unión del patín y su propulsión con una vela fue una necesidad que podemos considerar prosaica, pues no tuvo ideal o conciencia de que algo singular se estaba gestando.

En aquella época (1920) y durante muchos años después, las aguas de la costa barcelonesa estaban extremadamente sucias y contaminadas, puesto que no había depuradoras, ni existía otro sistema en el alcantarillado que echar las aguas residuales al mar.  La naturaleza proveía una somera renovación de aguas, según los vientos y corrientes.

Nuestros predecesores en el manejo del patín eran buenos deportistas y expertos nadadores.  Vista la suciedad imperante, ellos remaban y navegaban hasta conseguir alcanzar aguas limpias que a veces estaban lejos de la playa.  También tenían que esforzarse para conseguir Existía la necesidad y el fundamento filosófico placer-deporte de mejorar el desplazamiento del patín.  A través de un breve proceso, tres socios del Club Natación Barcelona coincidieron en crear el Patín a Vela con unos conceptos muy simples:   palo, vela y escota.  El constructor fue Rafael Escolá que, sobre la primera bancada de proa, habilitó un tamborete al que le dieron también el nombre de tambucho para apoyo del palo, contando con dos estays por banda, dos a proa y dos más a popa, a un cuarto de la eslora del barco.  La vela era de un precario aparejo cangreja, con una escota con puntos de apoyo en dos cornamusas o maneguetas a popa y otra central en la segunda bancada.  Los otros dos socios que colaboraron en la creación fueron el ingeniero Francisco Gassol  y el inspector de hacienda José Mª  Lasaosa.  Los datos recogidos figuran en diversos artículos y revistas de la época.  En el Acta fundacional de la ADIPAV se reconoce la autoría del patín a vela y se nombra socio de honor al Sr. Lasaosa.  También en Badalona, sin conocimiento de fecha, consta que el Sr. Cabeza instaló un mástil de bambú y una vela improvisada y efectuó las primeras pruebas en su zona.

El Patín a Vela y las regatas

Para hacer historia es necesario disponer de efemérides.  En el caso del deporte de la vela, la historia son las regatas, las singladuras difíciles o lo que no es nuestro caso, las pérdidas de barcos, abordajes, accidentes, etc.

La historia del patín a vela empieza de verdad con el deporte de competición en regata de flota.

Visto el éxito del primer patín a vela, el Sr. Escolá y otros constructores se prodigaban en su construcción, sin fijar una reglamentación restringida de mediciones, aunque con diferencias.  Pronto se dieron cuenta, sin hacer averiguaciones, de que el patín era gobernable sin timón.  Cazando o lascando la escota según el rumbo del viento y desplazándose el patrón a lo largo de uno de los flotadores, la embarcación obedecía a un cambio de rumbo a voluntad.  A pesar de ello,  se llevaba a bordo un remo o pagaya para gobernar el patín en rumbos abiertos, largos por la aleta o vientos de popa.  Los patrones expertos rechazaban el accesorio mencionado.  A pesar de la nueva imagen del patín a vela, durante muchos años fue considerado “artefacto de playa”, puesto que su lugar natural de varada era y es la playa, no el puerto.

Consta que las primeras regatas fueron organizadas en los clubes de playa y a nivel social entre pocos barcos, excepto el Club Natación Barcelona y el Club Natación Atlético, que reunían el mayor número de patines a vela.  A veces se cruzaban desafíos entre dos patrones con un recorrido a convenir, incluso mediaron apuestas entre ellos y entre espectadores o amigos.

La primera regata importante en cuanto a número de participantes y que consta en los medios gráficos (La Vanguardia) es del año 1932 y tuvo lugar en el Club Natación Barcelona.  Tomaron parte representantes del Club Natación Badalona, Club Natación Poble Nou, Club Natación Atlético Barceloneta y Club Natación Barcelona.  La citada regata fue el primer Gran Premi de la Mercè, celebrado dentro de los actos de la Fiesta Mayor de Barcelona.

Como podrá observarse en la figura 6.5, todos los patines aparentaban cierta uniformidad de medidas.  Había dos categorías, en función de las medidas.  La  categoría grande tenía 5,60 m de eslora, 50 dm de puntal y 14 m2 de vela.

Hasta el mes de julio del año 1936, fecha del grave conflicto bélico nacional, tuvieron lugar regatas de patín a vela en los clubes citados y en competencia entre ellos, con un total de 40 participantes.  En estos años el vencedor de la regata era el barco y el club que representaba.  El patrón también era importante, pero no como se ha impuesto más tarde.  No hubo cambios destacables en el casco y tampoco en el aparejo, pero existían diferencias de medidas entre embarcaciones.

Pasados los años tristes de nuestra reciente historia, se reactivan las regatas de patín a vela y nace la idea de crear un monotipo para que todos los patrones puedan competir en igualdad de condiciones de material.  Los resultados en las clasificaciones dependerían de la habilidad del patrón en el aparejo del barco y su buen hacer marinero.

Figura 6.2.  Salidas de playa

Irrumpieron con fuerza en la historia del patín a vela los hermanos Mongé.  Dedicaron ingenio y tiempo en el diseño de un monotipo.  Pronto sus primeros monotipos, que no fueron los definitivos, marcaron distancias notables en el mar.  Del año 1941 al 1944, se celebraron regatas con clasificaciones separadas entre patines a vela de serie y de no serie, grandes y pequeñas.  A pesar de la superioridad del monotipo, no podía despreciarse la gran cantidad existente de patines construidos hasta aquella fecha.  Las regatas de la época guardaban antiguas costumbres como la bendición de embarcaciones en el Club Natación Barcelona, por parte del rector de la Parroquia de San Miguel del Puerto, con apadrinamiento de distinguidas madrinas.

El año 1942 fue crucial para nuestra historia.  Acordada la necesidad de crear el monotipo, sólo quedaba la elección del mejor o el que más convenía al colectivo.  Durante la fiesta de Las Santas, en Mataró (Barcelona), los hermanos Mongé arrasaron en una lección de buen navegar con su nuevo monotipo.  Se decidió de forma unánime celebrar una regata en Vilanova i La Geltrú para decidir.  Podrían participar los patines a vela construidos hasta la fecha por diferentes astilleros que tuvieran aspiraciones a la victoria.  Compitieron patines de diferentes orígenes.  El resultado de la regata fue apabullante a favor del patín a vela diseñado por los hermanos Luis y Emilio Mongé.

En plena euforia por el buen resultado conseguido, se animaron a participar por invitación expre3sa en unas regatas organizadas por el Real Club de Regatas de Bilbao.  Fueron los únicos veleros que continuaron navegando a pesar del fuerte mar y viento, el 18 de agosto de 1943.

La creación del monotipo

En el año 1943, se solicitó al Sr. Presidente de la Federación Española de Clubes Náuticos, mediando D. Arturo Sedó, Presidente de la Federación de Vela de la región de levanta, la creación de la Secretaría Nacional de Patines a Vela.  Acompañaba la petición una memoria explicativa de la creación del patín a vela, un reglamento de competición y planos para su construcción.  Como medidas generales, se daba una eslora de 5,5 metros, una vela tipo Marconi de 11 m2 y una altura de palo desde la cubierta de 6,50 metros.

En enero de 1944, la Delegación Nacional de Deportes acordó la creación de una Secretaría en el seno de la Federación Española de Clubes Náuticos, con jurisdicción en todas España, siendo nombrado Secretario Nacional D. Antonio Sarrá Mas.  A partir de la fecha se podrían celebrar todo tipo de regatas tuteladas por la Federación, que reconoce el Campeonato de España de patines a vela como la prueba más importante de la clase y que se ha venido celebrando desde 1944 hasta nuestros días sin interrupción.

Intervinieron en la construcción de los patines a vela por orden cronológico hasta 1944 Rafael Escolá, José Mª Lasaosa, Gasol, Cabeza, Marimón, García, Luis y Emilio Mongé, Joaquín Rovira, J. Farrés, Pere Cuadrat, José Rovira, Santi Castells y Antoni Soler.  Todos los citados estuvieron relacionado entre sí, y admitieron sin lugar a dudas la creación del monotipo Mongé como el mejor diseño para el patín a vela.

 

Figura 6.3.  Patín CNB 1

De buen principio el reglamento de construcción del patín a vela fue riguroso.  Transcribimos del ejemplar de 1944 los artículos 19 y 20:

“Todos los patines deberán estar construidos como el tipo de patín único aprobado por la Secretaría, sujetándose a las tolerancias máximas y mínimas expresamente pre4vistas según los plano.  Este precepto es de riguroso cumplimiento.”

“Cuando un futuro propietario decidiera en firme la construcción de un Patín, solicitará el correspondiente número a la Secretaria.  Cuando estén terminados los flotadores, pero no tapados, serán examinados por el medidor.  Montado el Patín volverá a examinarlo y dará su conformidad a la Secretaría”.

Patín en serie.  Evolución del monotipo

A pesar de la superioridad demostrada, todavía se continuaron celebrando regatas con el material antiguo.  Había bastantes patines a vela y sus propietarios se resistían a eliminarlos y comprar los nuevos, que eran bastante más caros, 2.500 pesetas de la época.

Para mantener la afición, durante varios años los clubes organizaban regatas con clasificaciones para los barcos de serie.  Todavía se celebraban regatas a remo con los antiguos patines propulsados a remo.  En las playas de Barcelona se alquilaban para disfrute del bañista, al igual que ahora los conocidos pedalos.  Ni que decir tiene la molestia que ocasionaban en el mar, cuando se celebraba una regata a vela, pues normalmente su número podía llegar a cien, además de estar gobernados por gente inexperta.

A partir de la creación del monotipo, la afición por el patín a vela se desbordó.  Debemos tener en cuenta que la vela ligera estaba en pañales.  Había pocas clases y en cada una de ellas pocos patrones.  El yate más conocido y popular era el Snipe.  Evidentemente no podía competir con el patín a vela en sencillez, velocidad y posibilidad de varada en las playas.  Era una evidencia que navegar en patín a vela equivalía a experimentar sensaciones inenarrables en aquellos años.  Como muestra de la veneración al patín a vela, reproducimos un artículo del año 1944.

Patín a vela, emociones, recuerdos…

“Cuantas emociones, cuantos recuerdos y que malos ratos encierran estas tres palabras para los aficionados a este deporte.

Emociones cual ninguna se logran en el Patín cuando, orzando o al largo, se desliza como una centella por las aguas del Mediterráneo.

Emociones máximas se logran, cuando en una de las regatas logras ir a la cabeza de la misma.

Emoción al observar que logras impedir con tu pericia que el Patín vuelque, pasando por alto todas las leyes de la estabilidad.

Si éstas son emociones, los recuerdos que el Patín a Vela encierra para lo que lo practican son incontables.  Excursiones al río Llobregat y regularmente duras regatas programadas cada temporada.

Y malos ratos, indudablemente, los encierra el Patín a Vela, que lo diga si no el principiante que atraído por un poderoso imán va a parar en contra de su voluntad a lugares no deseados.  Un joven y notable pintor, gran aficionado al mar, establecía un paralelo entre la equitación y la vela, no faltándole argumentos para ello;  tal como el caballo obedece dócilmente los mandos de su jinete, el balandro obedece al patrón, y cuando se alcanza el dominio total de la montura no se precisan ya mandos, sino que basta para domina a la cabalgadura la más ligera presión, la más suave inclinación del cuerpo del tripulante.

Malos ratos los proporciona también el Patín cuando fatigado después de un paseo más o menos largo, de una regata más o menos dura, llegas a la playa y no tienes quien te ayude a echarlo fuera del alcance de las olas; malos ratos son también cuando por pericia o impericia tuyas has sufrido un encontronazo y el Patín, que con tanto carió y cuidado conservas, debe ir a reparación y ya difícilmente podrá llegar a ser el Patín ideal.

Pero el conjunto de emociones, recuerdos y malos ratos hace que se haya creado alrededor del Patín a vela una atmósfera de noble pasión deportiva, de amistades entrañables y de sincera comprensión, que ha podido llevar con la renuncia de ideas propias y de gustos personales al auge verdaderamente asombroso del Patín, que en un solo año ha hecho que más de treinta embarcaciones se construyeran en este lapso.

El esfuerzo y la tenaz voluntad de los aficionados, realizando muchos dispendios totalmente desorbitados para sus posibilidades económicas, han sido factores decisivos para que este deporte creado en nuestro rincón del Mediterráneo se esté extendiendo de manera prodigiosa por España ya sea en Santander, sea en Galicia, Canarias, Ceuta o Valencia, en donde hoy pueden ya verse Patines a Vela y disfrutan los aficionados de aquellas regiones de las delicias del mar y de la vela.

No es posible terminar estas breves líneas escritas al correr de la pluma exhumando recuerdos de más quince años de navegar en Patín sin rendir respetuoso homenaje a toda clase de Autoridades, tanto oficiales como deportivas, que han dispensado su constante apoyo y que han hecho posible que en este año de mil novecientos cuarenta y cuatro, cuando el mundo se halla encendido por la más estruendosa de las guerras, podamos celebrar los primeros Campeonatos de España de Patines a Vela”.

 

1945

En noviembre del año 1945 tuvo lugar un homenaje a D. Carlos Pena Cardenal,  de todos los patrones regatistas de los diversos clubes que organizaban regatas.  Consideramos necesario reflejar el ambiente que se vivía en un entorno poco dado a la alegría.

El plato fuerte de la jornada consistió en un sensacional “mano a mano” entre nuestros consocios Mingot y Cerezo, en el que el premio de la regata era ver arder el patín del vencido.  La expectación que despertó esta prueba fue inaudita, y cuando después de tres vueltas al recorrido y de duro batallar cruzaban vencedor la línea de llegada el señor Mingot, estaba ya preparada en la playa la hoguera en donde debía acabar sus días el patín de Cerezo.  Éste con risa forzada y el ánimo encogido vio como su embarcación era llevada al holocausto… y las llamas serpenteaban ya por sus flotadores.  Unas copas de coñac y la incombustibilidad del patín reconfortaron más tarde el ánimo de Cerezo.

“Es forzoso referirse a la circunstancia tan agradable como es el que se reunieran en una cena todos los practicantes del Patín a Vela, empezando por el Club Natación Badalona, siguiendo por el Pueblo Nuevo, sin olvidar al Marítimo Playa de Oro de Sitges y al nuestro.  Y esta cena vióse además honrada con la presencia de Rafael Escolá, el primer hombre que construyó un Patín a Vela, y los hermanos García, constructores de los Patines que han acaparado esta pasada temporada todos los primeros premios.  Esta cena se organizó como homenaje a Carlos Pena, y la más franca amistad y camaradería entre todos los concurrentes es sin género alguno de duda lo que más agradó al homenajeado.  Cuantas diferencias, cuantas interpretaciones, cuantos pasados resquemores pudieran existir quedaron totalmente ahogados en las copas de champaña, y sólo queda un recuerdo imperecedero de la fiesta, una amistad entrañable entre todos los patrones de Patines a Vela y un agradecimiento perpetuo del suscrito a todos cuantos concurrieron al acto, circunstancias que indudablemente repercutirán en un próspero mañana en que han de cristalizar los muchos proyectos que existen y que en definitiva servirán para dar mayor gloria al Patín a Vela y a España, la nación donde se creó”.

Acta de creación de la ADIPAV:  1951

“Llevados por su favor y entusiasmo por el Patín a Vela, la Secretaría Nacional convoca una Asamblea General de patrones de todos los Clubes.  Preside el acto el Sr. Antonio Sarrá, Secretario Nacional en aquella fecha 30 de Abril de 1951, y que reúne a 75 votantes entre asistentes y delegaciones.  Expone el Secretario Nacional que, dado el desarrollo que ha tomado el Patín a Vela en todo el mundo, cree necesario constituir la “ASOCIACIÓN DEPORTIVA INTERNACIONAL DE PROPIETARIOS DE PATINES A VELA” por lo que, puestos en contacto con los capitanes de las cinco flotas existentes, ha redactado unos estatutos de la futura Asociación para ser aceptados por los presentes y luego por la Federación Española de Clubes Náuticos y de la Delegación Nacional de Deportes.  El Secretario Nacional entiende que deberá ser disuelta la Secretaría y pasar su activo a la futura Asociación.

Puede consultar la Acta fundacional de la Adipav haciendo click aquí.

 

Figura 6.4.  Acta fundacional de la ADIPAV

 

 

Figura 6.4.  Acta fundacional de la ADIPAV (continuación)

 

 

Figura 6.4.  Acta fundacional de la ADIPAV (continuación)

 

 

 

 

Figura 6.4.  Acta fundacional de la ADIPAV (continuación)

“Resultan elegidos para el cargo de Presidente-Comodoro D. Carlos Pena Cardenal, para el cargo de Vicepresidente D. Luis Mongé Ferrer y para el de Secretario Ejecutivo D. Arturo Roca Salabert.

D. Carlos Pena da las gracias a los reunidos y promete poner todo su empeño para que la historia del Patín a Vela no se interrumpa y siga próspera y floreciente.  Propone que sean nombrados miembros de honor D. José Mª Lasaosa, primer navegante de Patín a Vela, y D. Antonio Sarrá que ha desempeñado el cargo de Secretario Nacional en medio de grandes dificultades solventadas con gran acierto.

Se aprueba el Acta y se acuerda elevarla junto con el Proyecto de Estatutos a la Superioridad Competente”.

La creación de la ADIPAV se consideró necesaria porque ciertamente estaban en fase de ejecución los contactos para la demostración y participación en regatas en varios países de Europa.  A pesar de las malas comunicaciones terrestres y de vehículos con un remolque de utilidad precaria cuando no obsoleta, se realizaron incursiones en muchos clubes de España como Bilbao, Santander, Sangenjo (Pontevedra), Cádiz, Málaga, Mar Menor (Murcia), Valencia y otros muchos en Cataluña.

En el extranjero constan regatas con participación de patines a vela y patrones españoles en Hyères (Francia), Ginebra (Suiza) y Caprera (Italia), hasta el años 1960.

En esta incursión en Italia, la ADIPAV y la FEV patrocinaron un cursillo de patín a vela en el Club Mediterranée del islote de Caprera,  junto a la isla de Cerdeña.  El protagonista de la promoción fue Jordi Ferrer Soler, que era uno de los mejores patrones de aquellos años.  Su misión se concretó en enseñar a los monitores del club.  Como es natural, aprendieron rápidamente y les despertó gran interés.  Pronto desestimaron la idea de tener una flotilla de patines dado que los cursillos eran de una semana, la zona era rocosa y los barcos muy delicados.

Salidas de playa

Las regatas hasta el año 1966 se celebraban con salidas de playa en tandas de tres o cuatro barcos, cuya posición era determinada por riguroso sorteo dentro de la misma categoría.  Existían tres clases o categorías:  A, B y C.

La clase C estaba reservada a los principiantes.  Los mejores resultados conseguidos en determinadas regatas daban el pase a la categoría B.  Siguiendo el mismo criterio se llegaba la clase A.  Una vez situados los patines ordenadamente en la playa en columnas de cuatro, se daban salidas cada ½ o un minuto, a criterio del juez de regata.

Se daban tres vueltas a un triángulo balizado y la llegada consistía en cruzar la línea imaginaria de la baliza de tierra y la bandera de llegada situada en la playa, junto al juez.  Hasta después de la aplicación del tiempo de salida no se sabía la clasificación, lo cual despertaba sorpresas y desencantos.  Ni que decir tiene que la competición en el mar no tenía las posibilidades de los demás yates en regatas monotipo.

Salidas de flota, en el mar

Parece increíble, pero se tenía la convicción de que una salida de regata en orden de flota en el mar era poco menos que un suicidio colectivo.  La fama que tenía nuestro patín a vela de poca precisión en la maniobra y su lentitud los hacía parecer ingobernables.

Por fin, D. Carlos Pena Cardenal decidió realizar las primeras pruebas de salida de flota en el año 1966 y luego se celebró el Campeonato de España en el mismo año, cumpliendo con el Reglamento Internacional de Regatas, con lo cual nos igualábamos al resto de yates en este tema y perdíamos parte de la mala fama de “artefactos de playa” peligrosos, según los puristas de la vela.

En el año 1967, la ADIPAV decidió eliminar la categoría C de principiantes y estableció sólo dos categorías: la 1ª para expertos y la 2ª para principiantes, junto a los que no obtenían resultados suficientes.

D. Carlos Pena Cardenal

A finales del año 1967, cesó a voluntad propia en su cargo de Presidente casi vitalicio de la ADIPAV nuestro amigo D. Carlos Pena Cardenal, que durante muchos años fue el alma de la Asociación.  Determinaba siempre los lugares más convenientes para celebrar los Campeonatos de España.  Pactaba con la FEV, con los ayuntamientos, con la fuerza pública, con la autoridad de costa y, por último, era juez y jurado del evento.  Es importante aclarar que el Reglamento Internacional de Regatas era muy rígido y no había penalizaciones de ningún tipo.  El camino a seguir después de una infracción era retirarse de la prueba o ser descalificado.  En cualquier caso, D. Carlos era un juez inmisericorde.  No tenía amigos ni conocidos a la hora de aplicar el Reglamento.

Durante muchos años la clase nacional Patín a Vela era la que daba más trabajo a los jueces y jurados de regata, por sus protestas y conocimiento del Reglamento.

Figura 6.5.  Portada del Mundo Gráfico. 1934

Los secretos del patín

Hasta los años sesenta, los secretos del patín a vela referidos a su navegación y maniobra se consideraban como un legado apostólico transmitido oralmente.  La difusión universal quedaba falta de escrituras.

La enseñanza para navegar se realizaba mediante unas clases prácticas y teóricas.  Para estas últimas se improvisaba una explicación que intentaba hallar una relación entre el centro velico y el de deriva, en razón del peso del cuerpo del tripulante.   Aparte de estos conceptos, se admitía no saber nada más.

En el año 1964 apareció en escena el principal apóstol de la historia del patín a vela que tuvo el honor de explicar a todos, los misterios de nuestro singular velero.

 

Guido Depoorter.  Patrón y fecundo apóstol del patín a vela

Nuestro protagonista apareció un buen día por el Salón Náutico de Barcelona.  Era de nacionalidad belga.  Flamenco, para ser más exacto.  Trabajaba en España y frecuentaba la localidad de Palamós, en Gerona, donde disfrutaba de una segunda residencia, en una población cercana.  En el Salón Náutico intentaba encontrar una embarcación de vela ligera que despertara su interés.  Conoció el patín a vela y, sin dudarlo, pasó rápidamente a adquirirlo.  Pensaba trasladarlo cerda de Palamós, a Sant Antoni de Calonge, y por medio de literatura especializada aprender su manejo.  Fallaron sus previsiones, no había literatura especializada sobre el tema y no tuvo más remedio que inscribirse en un cursillo organizado por el Club Natación Barcelona (CNB).

En este cursillo le enseñaron y demostraron el procedimiento de las maniobras.  La razón de estas maniobras y los conocimientos sustanciales quedaban en suspenso.  Al preguntar a patrones de reconocido prestigio en aquellos años, llegó a la conclusión de que había dos categorías: los que no sabían explicarse y los que no querían o no les interesaba transmitir su saber.

Guido Depoorter advirtió que la difusión del patín a vela no podía progresar si faltaban las instrucciones esenciales para su manejo.  Recordaba el caso de algún extranjero que había comprado un patín a vela en Barcelona y que con cuatro prácticas se lo había llevado a su país y que puedo continuar navegando gracias a la correspondencia que mantenía.

Escribió artículos en diversas publicaciones extranjeras para presentar y propagar el deporte de navegar en patín a vela.  Por entusiasmo, por vocación y por la convicción de cumplir con una misión social y también porque buenos amigos le animaron, pensó que había llegado el momento de escribir un manual.

Un libro para entender, poder navegar, disfrutar del mar y, finalmente, conocer las regatas.  La realidad de participar de la gloria del sol, del agua y de la amistad de unos camaradas que te lo darán todo, menos el derecho de paso, si no procede, durante la competición.

A pesar de la dificultad de escribir en un idioma que no era su lengua materna, su entusiasmo superó abiertamente todos los problemas presentados.  Su libro fue tan excelente que recibió el premio Herakles 1974 a la mejor publicación de tema deportivo.  Posiblemente por su calidad, interés y su lectura amena, la edición se agotó rápidamente, y por su valor, los ejemplares que obran en las bibliotecas privadas no se prestan fácilmente.  Es extraño que no se hiciera alguna otra edición posteriormente.

Promociones y difusión

A pesar de haber celebrado algún evento importante fuera de Cataluña, donde la afición estaba asegurada, el patín nunca tuvo el arraigo necesario para crear una base con futuro.  El Campeonato de España se celebró los años 1957 y 1964, en un Benidorm en fase turística muy incipiente.  La organización fue perfecta pero no llegó a dejar afición suficiente.  Admiración mucha, pero cabe suponer que el manejo fue considerado difícil para aficionados tibios o poco decididos.

Figura 6.6.  Patín en acción

Figura 6.7.  Navegación en grupo

La Federación y la ADIPAV colaboraron en diferentes experiencias en el extranjero.  En el año 1970, se inscribió un patín a vela en unas regatas de catamaranes en la isla de Wight (Reino Unido).  Hasta aquel año, los catamaranes no habían desempañado ningún papel importante en la vela ligera mundial.  Como es habitual, la diversidad de modelos era apabullante.  El patín a vela se presentó con su excelente patrón, Jordi Ferrer Solé, que ya tenía experiencia en anteriores presentaciones en el extranjero y era reciente Campeón de España.  Los resultados fueron excelentes: 2º clasificado en la general y además recibió el premio al catamarán más deportivo del certamen.  Resumiendo, nos fueron concedidas todas las excelencia, pero los cronistas deportivos encontraron a faltar un timón, una botavara, unos sables en las velas, etc., como veían en los demás catamaranes.  No tuvo continuidad.

En Anzio (Italia) se celebraron unas regatas de promoción de embarcaciones de vela ligera denominadas “Uno per clase”.  Acudió con apoyo federativo un patín a vela.  Su patrón fue Fernando García Pantaleoni, experto en regatas y largas travesía con extraordinario historial.  Su presentación y actuación despertaron la curiosidad habitual.  Tampoco tuvo continuidad.

A La Rochelle (Francia) se desplazó un grupo de notables patrones y se compitió en el mismo triángulo con los tornados, que más tarde sería clase olímpica.  La diferencia entre ambos catamaranes era abismal en todos los conceptos.  La curiosidad y falta de continuidad fueron las habituales.  A pesar de ello, en estos últimos años, debido a la labor de Jacques Guibert, se ha conseguido establecer una base de patines y se ha celebrado una Copa de Europa.

La promoción más importante y con más éxito ha sido la realizada por Guido Depoorter en las costas de Bélgica y más tarde en Holanda.  A raíz de sus obligaciones profesionales y mientras su famoso libro estaba en fase de elaboración, vivió algunos años en su Flandes natal.  Como no podía liberarse de su afición al patín, pronto realizó las exhibiciones oportunas para despertar la afición local.  Desde aquella época ha habido extranjeros en Sant Antoni de Calonge (Gerona, España) que aprovechaban sus vacaciones para conocer y perfeccionar el manejo del patín a vela.  Actualmente se realizan regatas en la zona e incluso ha tenido lugar una Copa de Europa, con nutrida y diversa participación.

Los medios de comunicación nacionales y extranjeros han sido generosos siempre con nuestro singular velero.  Wooden Boat (EE.UU.), Voiles et Voiliers y Multicoque (Francia), TV Holanda, Thalassa y un largo etcétera han elogiado el patín y publicado extensos reportajes gráficos.  En la actualidad hay flotas de patines en Bélgica (60 patines), Francia (20), Holanda (6), Alemania (5) y algunos más en EE.UU. y Sudáfrica.

Figura 6.8.  Patín en acción

El monumento al patín a vela

A finales de los años sesenta era tal la satisfacción de los patrones del patín a vela del Club Natación Barcelona que, junto con los del Club Natación Badalona, empezaron a madurar la peregrina idea de hacer historia con la creación de un monumento.  Bajo la tutela de D. Carlos Pena y las autoridades del momento, se empezó a hacer realidad el proyecto.

En primer lugar se buscó un escultor con soluciones modernas.  Se contrató al creador Joaquín Ros Sabater, que tenía obras en chapa de hierro en los jardines del nuevo aeropuerto de Barcelona que todavía se pueden contemplar (El clavileño).

Se determinó el tamaño y la ubicación del monumento en un lugar excepcional de la antigua escollera del puerto de Barcelona y finalmente se encontraron las ayudas económicas oficiales, junto con una generosa aportación de los patrones del patín a vela.

Algo tan especial como un monumento a una embarcación de vela ligera tuvo su gran día de inauguración el 7 de marzo de 1972.  Nos sorprendió el escultor con la figura del patín a vela flotando entre simbóli9cas olas, construido en chapa de hierro con artísticas soldaduras.  Destacaba también un monolito con inscripciones alusivas al acto que fue descubierto en el momento crucial de la inauguración.  El discurso de D. Luís Sentíes Anfruns, presidente del Club natación Barcelona, empezó con el protocolario saludo a las numerosas autoridades (“señoras y señores…”) y la definición de la palabra monumento, según la Real Academia Española (“una obra pública y patente como estatua o inscripción puesta en memoria de una acción heroica o de una cosa singular”).  A continuación se refirió a nuestro patín a vela como cosa singular, del cual manifestó toda suerte de excelencias.

Asistieron a la inauguración del monolito las autoridades siguientes:

Delegado Nacional de Deportes, D. Juan Gich de Careda

Gobernador Militar, D. Antonio Ruiz Ramón

Representante del Capitán General, D. Ángel Vega Franco

Comandante de Marina, D. Pedro Aznar

Presidente de la Junta del Puerto, D. Ramón Guardans

Director del Puerto de Barcelona, D. Aurelio González Isla

Representante del Alcalde de Barcelona, D. Alfonso Cánovas

Delegado Regional de Deportes, D. Francisco Platón

Presidente de la R.F.E.V., D. Miguel Company

Presidente de la F.C.V., D. Juan Mª Roig

Presidente de la ADIPAV, D. Jaime Roca

Dada la concurrencia de autoridades y del numeroso público entre aficionados y simpatizantes, podemos considerar que el acto marcó la historia deportiva de la vela nacional.

Figura 6.9. Monumento al Patín a Vela

1951 – 1990.  Ligeras correcciones de construcción

Hemos citado la excelencia de los flotadores diseñados por los hermanos Mongé, que vencieron de forma concluyente en la regata del año 1942, en aguas de Vilanova y la Geltrú (Barcelona).  La eslora de los flotadores era de 6 metros, y la de sus opositores, de 5, aproximadamente.  Se acordó limitar la medida de 5,5 metros con una tolerancia de más/menos 10 cm.  La realidad fue que se adoptó la actual eslora de 5,60 metros.  Los citados flotadores tenían las popas redondeadas, según se aprecia en las fotografías de la época.

El palo de madera se sujetaba mediante dos estays por amura, con ranura de relinga, y su altura desde la base era de 6 metros.  La manga fue fijada en 145 cm.

El aparejo de la vela era tipo Marconi (triangular).  La escota pasaba a través de una polea en la barra escotera y unas cornamusas, estratégicamente colocadas en cubierta.

Los planos definitivos del patín

En el año 1951 con la creación de la ADIPAV, su presidente D. Carlos Pena Cardenal y su junta directiva decidieron elaborar los planos definitivos para la construcción del patín a vela.  Muy acertadamente se mantuvieron la forma y las líneas de agua de los flotadores.  Sólo se eliminó la curvatura de las popas para facilitar la construcción, manteniendo hasta hoy su forma recta con cierta inclinación desde la cubierta hasta la base, en dirección a proa.

También se situaron dos obenques para asegurar la fijación del palo y controlar mejor su flexión y adaptación a la vela.

Así pues, durante años los flotadores permanecieron inalterados.  El palo primitivo, sin relinga y vela cangreja (11) con argollas de fijación, desapareció en 1944.  Persistieron los dos estays hasta 1951,  a partir de esta fecha se arboló el palo con tres puntos de fijación por cada lado.  Toda la construcción estaba realizada con abundante tornillería de latón.  En la carpintería de Joaquín Rovira del Prat de Llobregat (Barcelona) se experimentaron con éxito las colas modernas y las suelas de los flotadores de formica, insensibles al desgaste.

Durante los años 60 se aplicaron ligeras modificaciones que facilitaban la maniobra y la navegación.  Los hermanos Jaime y Joaquín Foix habilitaron un flexor en los estays de proa con el cual, al tensar la escota, el palo se arqueaba, y eliminaba a voluntad la bolsa que forma la vela.  De esta forma cuando arreciaba el viento, se podía mantener un mejor rumbo de ceñida.

11  Vela de forma cuadrangular con un palo inclinado en su parte superior para subirla.

También fueron los introductores de una polea central para el paso de la escota, en lugar de una incómoda pero eficaz cornamusa, utilizada hasta la fecha.

La posición de la vela fue retocada, dando la posibilidad de bajar su altura.  Cuanto más baja se sitúa en el palo, más viento se puede aguantar.  Con estas ligeras variantes, se eliminaron los molestos rizos en unas velas que eran intocables durante una regata.

En el año 1972 se admitió una variación en la manga el patín a vela, y se autorizó su medida hasta 1,60 metros.

En este mismo año, D. Mario Calcagno cesó en su cargo de presidente de Adipav para incorporarse a la Junta de la FEV  y pasó a ser presidente de la Clase el Sr. Jaime Roca, quién lo ejerció hasta 1976.  Durante su época se consolidó definitivamente la manga del Patín en 1,60 metros, la máxima aceptada.  Esta medida les permitía a nuestro velero aguantar los embates del viento con mayor facilidad.

El nacimiento del patín júnior.  Su historia hasta época reciente.

En el año 1968, D. Carlos Pena Cardenal dejó de ser presidente de la ADIPAV, fue nombrado socio de honor y pasó a ser miembro de la junta directiva de la Federación Española de Vela.

Fue elegido presidente D. Mario Calcagno, que ejerció el cargo desde 1968 hasta 1972.  En esta época se creó al patín júnior, de 3,98 metros de eslora y de 1,40 metros de manga.  Es ideal para gente joven y pesos ligeros.  Fue una creación del astillero del Sr. Antoni Soler por encargo de la ADIPAV, su finalidad fue (y sigue siendo) la promoción dirigida a los más jóvenes con la acertada idea de que, al navegar en patín júnior tendrían interés en continuar más tarde con el patín sénior de competición y, si no, habrían conocido una forma de navegar inolvidable.

A dicha creación se le llamo oficialmente  Patin de Vela Júnior (familiarmente Patin Júnior) con una eslora de 3,98 m., 1,40 m.  de manga, 6,80 m2  de superficie velica, un mástil de 5,90 m de largo y con un peso de 67 kg, en esta época los principales navegantes fueron hijos de navegantes de Patín Sénior  y se construyeron unos 80 patines júnior.

El abandono de la madera en la vela ligera

A finales de los años sesenta se había producido el despertar masivo de la sociedad del ocio hacia los bienes de la naturaleza:   mar y montaña.  En el aspecto náutico, a nivel internacional salieron al mercado ofertas de barcos de todo tipo.  En España también surgieron empresarios que vieron como las nuevas técnicas de construcción de cascos con armazón de fibra de vidrio y de poliéster les facilitaban la labor.  A la vez, contaban con una protección arancelaria que eliminaba en parte la competencia extranjera.

Debemos destacar que, en nuestro país, a pesar de disfrutar de la mejor costa y clima de Europa, ello no representaba ningún aspecto positivo en el mundo de la náutica, ni de la vela.  España, en general, vivía como se ha dicho, de espaldas al mar, en cuanto al ocio y al deporte.  Sólo los esforzados pescadores de la flota profesional surcaban nuestros mares.

En este contexto se dieron a conocer muchas embarcaciones de vela ligera con variable éxito.  Excelentes veleros tuvieron una vida efímera, y otros, auspiciados por una costosa promoción, tuvieron mejor suerte, pero con el tiempo podríamos decir que, por sus resultados económicos, no fueron buenos negocios.

Todos los constructores considerados modernos abandonaron la madera como base de construcción del casco, para utilizarla sólo como elemento decorativo.

El patín a vela también entró en esta fase de desenfrenado optimismo de la vela ligera.  Los patrones estaban convencidos de que la promoción, conocimiento y desarrollo de la clase tenía como condición indispensable el suministro inmediato o a corto plazo de las unidades requeridas.  Desgraciadamente, la oferta fue muy superior a la demanda.

El patín.  Su historia reciente

A finales de los años setenta, aparecieron los primeros palos de aluminio que suponían mayor igualdad de prestaciones entre ellos.  A pesar de las mejores intenciones de Antoni Soler, de Badalona, y de Albert Ferrer, de Calafell, no era posible fabricar palos de madera iguales en prestaciones aunque tuvieran la misma forma.  La flexibilidad, el poder de recuperación y el peso eran incontrolables.  Aunque parezca imposible, los mejores patrones probaban varios palos cada temporada para elegir el más idóneo, según su criterio.

Como hemos mencionado, durante varios años hubo dos constructores del patín a vela que son los citados en el párrafo anterior.  Ambos mantenían buenas relaciones personales y comerciales, y llegaban a intercambiar accesorios, cuando hacía falta.  Los patines eran exactos en medidas y nunca se presentó ningún problema.

Los primeros palos de aluminio, que eran de la marca Elvström, marcaron inmediatamente unas diferencias notables, especialmente con viento medio (fuerza 3 “Beaufort”) o superior.  La importación estaba limitada y hasta los años ochenta no se consiguió la libre importación de palos de aluminio.

Durante la presidencia del Sr. Arenas se modificó la vela, y se creó la llamada cola de pato, que consiste en la modificación del pujamen, con lo que se consigue una mayor superficie y una bajada sensible del centro velico, superficie que se ha mantenido hasta hoy (2006).

Destacamos que hasta el año 1980 el Secretario Nacional de la clase patín a vela lo era también de la clase catamarán, dada la poca difusión que había de estas embarcaciones.,  El Sr. Arenas fue invitado a la presentación del “Hobbie Cat” en Canarias (España) en 1977.  Existía la posibilidad de que los patines a vela y los catamaranes estuvieran concentrados en una sola clase y una sola Secretaría Nacional.  La clase patín se negó a esta idea de la Federación Española de Vela.  Se consideró que, por definición, somos navegantes de un monotipo de un solo tripulante y los catamaranes ofrecen una variedad de posibilidades que podrían ser infinitas.

Desde el año 1976 y durante 4 años, ocupó la presidencia de la ADIPAV el citado José Mª Arenas Calvet.  Durante su mandato tuvo lugar el primer intento de construir el primer patín a vela en poliéster y fibra de vidrio.  Su constructor fue el astillero ROGA, de gran experiencia en vela ligera, en los años 1977 y 1978.  La ADIPAV y su junta de gobierno creían que el patín de fibra tenía un futuro esperanzador para la promoción y difusión de la clase.

Los resultados no respondieron a las esperanzas.  Los cascos hacían agua y las bancadas no soportaban los esfuerzos requeridos.  En consecuencia se abandonó el proyecto.  Se fabricaron cuatro unidades.

En 1980 fue nombrado presidente Jordi Maré, que había ocupado diversos cargos federativos y era secretario territorial de la clase.  Por motivos profesionales cedió su cargo a Felipe Montagut Biada, que lo ejerció de 1982 a 1984.

En 1983 se celebró por primera vez el Campeonato de España en el Mar Menor de Murcia, organizado por el Club Natación Los Nietos.  La participación fue numerosa y el éxito se logró por el buen hacer de todos.  La curiosidad y la admiración del patín a vela fue sorprendente.  Se consiguió incluso dar un curso acelerado a varios aficionados y celebrar una regata entre los mismos.  No se encontró la manera de despertar el interés por la compra de embarcaciones a pesar de las facilidades que se ofrecieron.

En 1984 tuvieron lugar elecciones a la presidencia de la Federación Española de Vela (FEV).  La Clase Patín con su presidente Felipe Montagut se volcó a favor de Arturo Delgado de Almeyda, que salió elegido por amplia mayoría.  Más tarde alguna desavenencia hizo presentar a Felipe Montagut su dimisión irrevocable.  Volvió a tomar la presidencia Jorge Marés desde 1984 hasta principio de 1989.

Patín de fibra, nuevo intento

En 1985, José Pi, de la firma Mahifra, intentó la construcción del patín de fibra al disponer de mejores recursos.  Los resultados inicialmente fueron buenos en competición, especialmente en el Campeonato de España de 1988, en Ibiza (España).  Debemos constatar, no obstante, que el nuevo patín llevaba un mástil de aluminio de mejores prestaciones que los tradicionales de madera.  Además, aquel año Antoni Soler había construido un nuevo mástil mixto de madera y aluminio que no cumplió con las expectativas surgidas.  Del patín Mahifra se construyeron doce unidades.

La consecuencia inmediata del citado Campeonato de España en Ibiza fue la descalificación de los barcos construidos en poliéster y fibra de vidrio por no cumplir el Reglamento vigente de 1974, que incluía las últimas revisiones.  Posteriormente se comprobó que los patines tradicionales de madera habían modificado ligeramente sus medidas y tampoco cumplían el Reglamento.

En el año 1989 fue elegido presidente de la ADIPAV Joan Comajuncosa Gil, según el procedimiento reglamentario.

En 1990, el Comité Técnico de la ADIPAV, formado por Ana Pujol, Jaume Llobet, Miguel Llauradó y Jordi Armengol, hizo, tras un minucioso estudio, las modificaciones oportunas en el Reglamento para que las construcciones que existían hasta la fecha fueran todas aceptadas.

De todas formas, el nuevo patín a vela de fibra no tuvo futuro, ya que, como defecto principal comprobado y admitido, entraba agua en los flotadores.  Además su constructor tenía otras prioridades en su astillero.  Se acercaba la Olimpiada de Barcelona y era el más firme candidato para conseguir la fabricación del yate “Europa”.  Y obtuvo el pedido.

Admiración, curiosidad, respeto, pero….

En 1991 se celebró el Campeonato de España en Vilagarcía de Arousa (Galicia, España).  La participación de todas las clases fue estrictamente reglamentada por la RFECV mediante la selección del 25% de los mejores clasificados en los campeonatos territoriales.  Con 35 patines, se consiguió ser una de las flotas más numerosas.

Como de costumbre surgió la admiración y el respeto por la clase, pero no se logró despertar vocaciones por falta de subvenciones.

Llegó el año olímpico de 1992 de gran expectación en el mundo del deporte.  La ADIPAV, consciente de que se vivirían eventos imborrables, intentó de todas las formas posibles dar a conocer el patín a vela.  A decir verdad, no se encontró oposición oficial a esta ilusión, pero se debían seguir siempre las normas establecidas.

Se quería celebrar una regata pre-olímpica para dar a conocer el patín.  Y se consiguió.  Fue concedida la celebración de la Copa de España en las mismas aguas donde a los pocos días se celebrarían las Olimpiadas.  Coincidió con los entrenos de las clases olímpicas y como siempre se despertó curiosidad y admiración.

Otra idea de la ADIPAV era tener protagonismo aprovechando la llegada de la antorcha olímpica en el recinto histórico de Empúries (Gerona, España), la antigua colonia romana, y a poder ser portadores de la antorcha.  Las autoridades permitieron celebrar una sensacional regata justo antes de la llegada de la antorcha y dejaron varar a los patines en la misma playa de su llegada.  Se pensó que la presencia de la televisión podría dar protagonismo a la clase, pero no fue así.  En el breve espacio de emisión de la ceremonia no hubo posibilidad de promoción de la imagen del patín a vela.

En 1993 tuvo lugar en aguas de la bahía de Cádiz la celebración del 50 aniversario del Campeonato de España.

En 1998, gracias a la feliz intervención de Joan Anton Camuñas, presidente de la Federación Catalana de Vela, y de Pere Sust, Secretario de Deporte de Cataluña, se programaron unos actos deportivos en Lisboa (Portugal) con motivo del día de Cataluña en la EXPO de Lisboa.

Como mejor representación catalana se decidió ofrecer la participación del patín a vela en una regata-travesía de Lisboa a Vila Franca de Xira, aguas arriba del río Tajo, y al día siguiente a la inversa.  Todos los gastos estuvieron subvencionados, y participaron los veinte mejores regatistas del último campeonato de España.  Una vez más el éxito fue favorable en todos los sentidos: primeros clasificados, curiosidad, admiración, alguna promesa, etc., pero finalmente, nada tangible en esta nueva promoción.

En 2001 asumió la presidencia de la ADIPAV Miguel Estruch Traité, y al año siguiente apareció la firma Solipai, que comercializó un nu3vo patín a vela de fibra de vidrio y resinas.  La construcción de este modelo fue encargada a distintos astilleros, siguiendo criterios técnicos y comerciales.

La ADIPAV fue rigurosa en la exigencia del cumplimiento de las medidas, y actualmente (septiembre 2006) está admitida su participación en regatas de forma provisional.

Antoni Soler, constructor

Cabe destacar el mérito del constructor Antoni Soler, de Badalona, por su dedicación al patín a vela.  Estrenar un barco de madera con unos acabados perfectos proporciona un placer indescriptible.  El buen trato y la paciencia con todos los clientes de la clase le valió nuestra mejor consideración, y días después de su jubilación, fue nombrado Socio de Honor de la ADIPAV.

Como hemos citado anteriormente, ayudó a menudo a su competidor Alberto Ferrer, de Calafell, lo cual destaca su personalidad altruista.

Posteriormente, en el año 1986, con la idea de su retiro, pensó en la posibilidad de la continuación de su negocio buscando a alguien afín al patín a vela.  Afortunadamente encontró al candidato idóneo en la persona de Ramón Huertas Fonquerne, con una afición desbordante, regatista destacado y con dedicación absoluta a la construcción del patín a vela.  Con las técnicas modernas, maderas de calidad y detalles cuidados al máximo, podemos considerar que en la actualidad disponemos de los mejores patines a vela de toda nuestra historia.

Construcción artesanal

El patín en Andalucía

Después de Cataluña, la comunidad donde más tradición ha conseguido el patín a vela ha sido Andalucía, concretamente en el Puerto de Santa María, en Cádiz.  L afición arranca de las regatas de subida del río Guadalquivir.  La línea de salida se sitúa próxima a Sanlúcar de Barrameda.  Desde allí, y bajo la admiración general habitual, se han conseguido siempre primeros puestos en la línea de llegada en Sevilla.

El precursor en Andalucía fue un aficionado de grata memoria, de nombre Lafitte.  Pronto le siguieron Juan Carlos Gutiérrez, Javier Ollero, Joaquín Calero y Miguel Rodríguez.  Éste último, nacido en Badalona, conocía la embarcación.  Siempre que su profesión en la base naval de Rota se lo permitía, participaba en todas las regatas.  Destacó pronto la afición de los más jóvenes Ernesto Ollero y Ramón Calero.

Siendo presidente de la ADIPAV José Mª Arenas, se celebró el 1er Campeonato de España en el Puerto de Santa María.  Era el año 1980 y sumaron 36 participantes, 24 de ellos catalanes.  La ADIPAV desplazó un equipo de jueces de regatas, comandado por Enrique Puig de Badalona.  Nuestros amigos andaluces, además de la organización muy correcta en el mar, nos colmaron de atenciones en tierra.  Fue un acierto aquella organización y las que siguieron.  Diversos campeonatos y el éxito de sus regatista dan fe de lo citado.

El patín catalán, auténticamente español

Hemos de destacar el aprecio, admiración y comprensión que nos ha dispensado la Federación Española de Vela (RFEV) que, en el reconocimiento de Clases Nacionales, en su Reglamento del año 1999, apartado 4.2 (f) dice literalmente que acepta “la clase Patín por justificaciones históricas y por ser la única auténticamente española con actividad”.

Esta singular definición que nos llena de orgullo corresponde a la RFEV, siendo su presidente Arturo Delgado de Almeyda.

Clubes con bases de patines a vela en Cataluña

Los clubes con bases flota de Patines a Vela han sido los siguientes:

Club Natación Barcelona, fundado en el año 1907

Club Natación Badalona, fundado en el año 1929

Club Náutico El Masnou, fundado en el año 1966 en su actual emplazamiento

Club Natación Atlético.  Sin actividad náutica actual

Club Natación Poblenou.  Sin actividad náutica actual

Club Náutico El Prat.  Disuelto desde el año

Club Marítimo El Prat

Club Náutico Sant Pol de Mar

Club de Vela Sant Antoni de Calonge

Club Náutico Pineda de Mar

Club Náutico Lloret de Mar.  Sin actividad náutica actual

Club Náutico Castelldefels

Club Marítimo Castelldefels.  Sin actividad náutica en patines actualmente

Club Náutico Sitges

Club de Mar Sitges

Club Marítimo Cubelles

Club Náutico Calafell

Club Náutico Torredembarra

Club Náutico Salou y Cambrils.  Sin actividad náutica en patines actualmente

Club Mar i Vent Canet de Mar

Club Marítimo Altafulla

Club Náutico Platja Llarga

Club Náutico Cabrera

 

Miembros de Honor

La ADIPAV tiene como Miembros de Honor a personas de probada fidelidad a la clase Patín a Vela y autoridades que han colaborado con ella de forma destacada.

 

 

Presidentes de Honor

Carlos Pena Cardenal, Joan Comajuncosa i Gil y Gerard Esteva Viladecans

 

Socios de Honor

José Mª Lasaosa, Antoni Sarrà, Lluis Mongé, Emili Mongé, Guido Depoorter, Ana Pujol, Albert Demestres, Francesc Pugés, Arturo Delgado, Josep Rovira, Pere Quadrat, Santi Castell, Enric Puig, Joan Sansa, Joaquim Rovira, Antoni Soler, Josep Paricio, Miguel Rodríguez, Lluis Marsà, Joan Mª Roig,  Ernesto Ollero, Gerardo Pombo, José J. Usobiaga, Joan Anton Camuñas, Miquel Estruch, Ramón Huertas.

 

Jaques Guibert, Jordi Soler, Marc Mitjà y Mario Calcagno